Por Natalia Benitez
Esta serie de notas procura aportar herramientas para prevenir varios de los peligros a los que se encuentran sometidos los niños, niñas y adolescentes en el uso de las redes sociales. Para ello aportaremos breves y sencillas nociones sobre las actividades en entornos digitales que amenazan su seguridad.
El objetivo de la publicación se orienta a facilitar el entendimiento sobre cómo se ponen en práctica estas actividades y con ello procurar generar mayores herramientas para evitar sus consecuencias. En esta tercera parte vamos a conocer en qué consiste la huella digital:
La huella digital es el rastro que dejamos al navegar en Internet. Cada vez que hacemos clic, damos me gusta en las redes sociales o usamos una aplicación estamos dejando un rastro de nuestra actividad que va a formar parte de nuestra huella digital. Podemos decir que nuestra huella se compone de datos públicos, por ejemplo resultados de sorteos, número de CUIL o CUIT, domicilios de las facturas de servicios; o bien, por datos publicados por nosotros mismos como sucede con las frases, fotos, comentarios o perfiles digitales que validamos en redes sociales y por datos publicados por terceros, tales como posteos de amigos, familiares o grupos de pertenencia.
Es importante saber que las huellas digitales que vamos generando son procesadas por personas, robots e inteligencias artificiales que forman parte del complejo sistema donde se comparten y monetizan los datos que son recopilados a través de las cookies. Esta información recopilada por las cookies permite vincular todas las acciones realizadas por un usuario y convertirlas en un hilo conectado. Es por esto que, cada vez que ingresamos a una página nueva, ésta nos avisa que están recolectando datos por medio de las cookies. Se recomienda que autoricemos que esas “cookies” sólo sean transitorias, sin olvidar de configurar la privacidad de las redes sociales para que no se exponga toda la información personal
Hasta acá, podemos creer que la huella digital no genera ningún inconveniente; pero ¿qué pasa si esa huella digital contiene alguna información que no queremos que sea publicada o vista por terceros, o que nos perjudica al momento de la búsqueda de empleo? Es en esos momentos en los cuales ya entramos en una encrucijada. Desaparecer de Internet o minimizar nuestra huella digital es posible, sin embargo, esta práctica requiere ser constante y seguir una serie de pasos para ejercer lo que se conoce como “derecho de supresión”, más conocido como “derecho al olvido”. Cualquier persona tiene derecho a solicitar, bajo ciertas condiciones, que los enlaces a sus datos personales no figuren en los resultados de búsqueda en Internet realizada por su nombre. Esta posibilidad es lo que comúnmente se conoce como “ejercer el derecho al olvido” y que, en otras palabras, compele a los buscadores de Internet, como Google, a dar todas las facilidades para suprimir de la red cualquier dato personal que se vincule con alguna publicación con la que no esté de acuerdo la persona interesada.
Recientemente un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación se expidió sobre el derecho al olvido en el caso conocido como Denegri, en virtud del cual la actora demanda a Google la eliminación del vinculo de su nombre con las noticias referidas al caso Coppola. En honor a la brevedad, dejamos un link al fallo Denegri c/ Google y en esta oportunidad sólo mencionaremos una advertencia concreta realizada por la Corte, la que expuso que es preciso “asumir hacia el futuro la problemática de ciertos aspectos del funcionamiento de los algoritmos de los que se sirven los motores de búsqueda, para que resulten más entendibles y transparentes para los usuarios, hoy sujetos a la decisión de aquellos”.
Sin entrar en una discusión sobre ponderación de derechos, en lo que respecta al tema de la nota de hoy podemos sostener que debemos ser precavidos con la información que dejamos en las redes, lo que es crucial para resguardar nuestra privacidad, y ser concientes de las publicaciones que realizamos en internet, dado que formará parte de nuestra huella digital. Estos cuidados, que a veces requieren repensar unos minutos o segundos antes de publicar en la red puede servir para que en un futuro no necesitemos de la via judicial para hacer valer nuestro el derecho al olvido.
Por eso les compartimos una serie de recomendaciones a través de las cuales se puede minimizar la huella digital de nuestras actividades en la web:
– Borrar o desactivar todas las cuentas de redes sociales, compras y servicios web que ya no se usan.
– Revisar la configuración de privacidad de los perfiles sociales activos.
– Ser consciente del contenido que se publica, hacia quién va dirigido y de la posterior repercusión que pudiera tener.
– Usar mecanismos de protección y anonimato como redes VPN y redes TOR.