Las plataformas digitales han penetrado en las sociedades de una manera rápida y silenciosa. La disponibilidad de grandes capitales luego de la crisis del 2008 ha permitido que sus innovaciones corran la frontera de la realidad a un mundo nuevo. El éxito en sus productos y servicios se valen de la información que los usuarios y usuarias brindan en el uso de las tecnologías, quienes son consumidores y productores del contenido. En este contexto denominado capitalismo de vigilancia, los datos se convierten en la materia prima codiciada, para no sólo conocer a las personas sino también para influir en las subjetividades con fines económicos y/o políticos.